viernes, 24 de septiembre de 2021

Bioclean, ¿hacia una alternativa a los antibióticos?



Es innegable que el descubrimiento de la penicilina dio luz verde al uso de antibióticos para luchar contra las infecciones y que a lo largo de los años se han descubierto un amplio abanico de compuestos capaces de frenar el crecimiento de las bacterias. 

 

Sin embargo, en paralelo, ha habido un incremento de las bacterias patógenas resistentes a estos biocidas y antibióticos. Cada vez es más común ver en las redes sociales a sanitarios mostrando, con mucho pesar, análisis de pacientes con bacterias multiresistentes que no responden a ninguno de los tratamientos más comunes. Esto se debe al mal uso que se ha hecho de los antibióticos, tanto en el ámbito hospitalario/ambulatorio como en la industria de los alimentos, forzando a que, por selección natural, hayan surgido cepas resistentes, patógenas o no, que pueden intercambiar los genes de resistencia entre ellas. No obstante, hay alternativas que podrían utilizarse sin la contrapartida de las resistencias.

 

La aparición de cepas infecciosas multirresistentes preocupa en el ámbito de la salud y muchos han llegado a tildar la situación de pandemia silenciosa. Este aspecto, junto con el hecho de que el descubrimiento de nuevos anitibióticos se ha frenado en los últimos años, lleva a mirar hacia alternativas como son los bacteriófagos o las proteínas fágicas.

 

Esta alternativa ya se sugirió en los años 20 de siglo pasado, no obstante, se abandonó porque quedó eclipsada por los antibióticos y porque su aplicación no es aceptada por la sociedad al asociar los bacteriófagos con virus peligrosos para los humanos (aunque no lo son). 

 

Una forma de soslayar este problema es utilizar una de las herramientas de los fagos para acabar con las bacterias, las endolisinas fágicas. Estas proteínas, codificadas por bacteriófagos, se encargan de degradar el peptidoglicano que forma parte de la pared de las bacterias, provocando la rotura, la liberación del contenido celular y la muerte. 

 

Es por ello, que pueden ser una herramienta fundamental para luchar contra patógenos, y especialmente de patógenos en alimentos si somos capaces de producir endolisinas estables al almacenamiento, capaces de soportar altas temperaturas y que conserven su actividad.

 

Este es el reto que se ha propuesto en el proyecto Bioclean financiado por la Agencia Valenciana de Investigación y del que el laboratorio de Estructura y Función de Enzimas del IATA es partícipe. El proyecto agrupa varias entidades centros de investigación como el FISABIO, ICMOL, AINIA y empresas como LUMENSIA y CLEANITY. Cada una aportando al proyecto en su campo de especialidad con el objetivo de alcanzar un producto válido para la industria y a nivel de mercado.

 

La función del laboratorio de Estructura y Función de Enzimas, en el cual trabajo, es buscar y aportar al proyecto endolisinas que sean capaces de soportar la manipulación necesaria para su uso en desinfectantes, envases bioactivos, conservación de alimentos, biosensores, etc. desarrollando tecnologías que permitan seleccionar y producirlas a nivel industrial de una forma viable. Además, se plantea aplicar métodos de ingeniería molecular para modificar las propiedades de las enzimas, mejorar la actividad, permeabilidad, purificación o inmovilización. El bagaje del grupo en este campo ha sido demostrado a través de patentes y publicaciones, en distintos proyectos de ámbito nacional y europeo en el campo de las enzimas industriales. A medida que avancemos en él os iremos informando a través de distintas plataformas, así que, estad atentos…


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