Según estos investigadores dicho arrugamiento, en condiciones de alta humedad, podría haber ayudado a nuestros ancestros a recoger mejor la comida en las zonas húmedas, o incluso a correr en suelos mojados.
Este arrugamiento se produce por una contracción de los vasos sanguíneos de los dedos y por tanto se trata de un proceso activo.
La verdad es que no se puede hablar tan gratuitamente de la relación efecto-causa en este caso. Puede ser que cojamos mejor las cosas mojadas con los dedos arrugados al tener una mayor superficie de contacto, y por tanto de agarre. Pero yo no me atrevería a decir que esto fuese algo derivado de un proceso evolutivo que favoreciese dicha característica.
Como bien comenta el investigador, sería interesante ver si esta misma característica se da en primates con los que tuvimos un ancestro común, o ver si se trata de una función más específica de humanos. De ser algo más de carácter evolutivo tendría su lógica que se reprodujese también en primates, porque fisiológica y anatómicamente nuestras manos son muy similares…de nos ser así es probable que los dedos se nos arruguen simplemente por eso, porque se arrugan. No tendrían el por qué tener una función…al igual que no la tienen las arrugas de nuestra piel a medida que envejecemos.
Os dejo la referencia del artículo por si le queréis dar un vistazo:
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