El caso Maeso, cuando la ciencia es clave en la resolución judicial Nos tenemos que remontar a los años 90 cuando el anestesista Juan Maeso Vélez infectó a 275 pacientes intervenidos en los hospitales La Fe, Casa de Salud, Clinica Quirón y Virgen del Consuelo con el virus de la hepatitis C. Esta atrocidad le valió a Maeso una condena de de 1933 años, pero la clave de la condena se ha hecho pública este año en la revista BMC Biology por científicos de la Universitat de València.
Han tenido que pasar seis años hasta la publicación del trabajo por que el procedimiento judicial debía darse totalmente por cerrado, pero además porque los propios revisores de la revista han sido muy exigentes hasta dar por bueno el artículo. Si bien es cierto que todas las víctimas coincidían en un punto, y que era Maeso como anestesista, era necesaria una prueba que confirmara el número exacto de pacientes infectados por él y descartar aquellos que pudiesen haberse infectado por otras vías. Aquí es donde participaron los investigadores de la Universidad de Valencia, como Andrés Moya y Fernando González (este último fue profesor nuestro), que trabajaron para conocer, mediante el análisis de secuencia, el grado de parentesco entre los virus de los distintos pacientes. Esta tarea se complica en el caso de un virus como el de la hepatitis C que tiene una alta tasa de mutación pero que se puede salvar mediante correcciones y aproximaciones estadísticas que permiten salvar estos problemas.
Al final, concluyeron que un total de 275 muestras de virus de los pacientes tenían un origen común con el virus por el que estaba infectado Maeso, porque hay que recordar que la infección se producía porque el anestesista se inyectaba parte de los opiáceos de la intervención antes de inyectarlos al paciente. Pero además la investigación arrojó a la luz que 47 personas incluidas en el caso habían sido infectadas por otras vías. Además los cálculos de parentesco, junto con la tasa de mutación etc, permitió a los investigadores estudiar la evolución desde la toma de la muestra y viajar atrás en el tiempo, y poder así calcular la fecha aproximada de contagio, con lo cual, si estas fechas aproximadas coincidían con las de la intervención la evidencia todavía era mayor.
Muchos preguntaréis, ¿bueno y tiene algún sentido publicar este estudio años después? ¿cuando el caso ya está cerrado? Y la respuesta es, rotunda: SI, porque más allá del interés que pueda tener un hallazgo en la comunidad científica aporta dignidad al trabajo que hacemos, y sobre todo al que ellos hacen, cuando muchas veces se cuestionan esos trabajos de filogenética moderna y de comparación de secuencias...
Aquí tenéis esto en respuesta, un artículo que describe un método para inculpar a un maníaco al más puro estilo CSI pero en la vida real:
González-Candelas F, Bracho MA, Wróbel B, Moya A: Molecular evolution in court: analysis of a large hepatitis C virus outbreak from an evolving source. BMC Biol 2013, 11:76
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