Como ya sabéis el cerebro de los humanos, y el de otros grandes mamíferos, es muy vulnerable a la disminución de oxígeno. Pequeños lapsos de tiempo sin oxígeno pueden producir secuelas muy importantes a corto y largo plazo. Es por ello que cuando se produce un accidente cardiovascular, uno de los principales objetivos de los sanitarios en los primeros minutos, es garantizar la perfusión de sangre en el organismo mediante la reanimación, respiración mecánica, etc.
Otros órganos tienen mayor capacidad de resiliencia a la hora de recuperarse de la falta de oxígeno y se regeneran mejor, permitiendo así el transplante, sin embargo el caso del cerebro y todas las células del sistema nervioso va mucho más allá y son mucho más delicadas.
Fig,1 Izq. Tejido cerebral postmortem con deterioro normal. Dch. Tejido cerebral mantenido mediante microperfusión. (Zvomnimir et al., 2019) |
No obstante, no se detectó actividad cerebral alguna durante el experimento que indicase cierta "consciencia" por parte de ese cerebro aislado. En parte esto se debe al usso de elementos bloqueantes de la función neuronal, puesto que los científicos temían que dicha actividad pudiese alterar o reducir la vida útil de las células y por tanto dañar el tejido.
Sin duda, este nuevo descubrimiento plantea muchos aspectos nuevos. Quizás podría plantearse ya no el trasplante de cerebro, pero sí el trasplante de células nerviosas para poder recuperar zonas dañadas tras accidentes cardiovasculares, alzheimer, etc. Es un gran avance que, seguro que en un futuro no muy lejano, nos traerá nuevas noticias por el blog.
Z. Vrselja et al. Restoration of brain circulation and cellular functions hours post-mortem. Nature. Vol. 568, April 18, 2019. doi: 10.1038/s41586-019-1099-1, p. 302.
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