En la naturaleza existen elementos que además de contribuir en color y forma al paisaje en sí, nos pueden aportar mucha información acerca de determinados aspectos del ecosistema. Estos elementos indicadores del paisaje son los llamados bioindicadores y a este grupo pertenecen tanto los seres vivos, como formas del terreno, marcas, depósitos de sales que han precipitado, charcos… ¿qué información sacamos de ellos y cuáles son los más empleados?
El grado de acidez del suelo, el régimen de humedad, la concentración de sales minerales, la intensidad del pastoreo, los cambios climáticos que se han sucedido, los diferentes usos del suelo que ha llevado a cabo el ser humano… son algunas de las características ecológicas que nos revelan los bioindicadores, siempre y cuando la observación e interpretación de los cuales sea más fácil o menos costosa que analizar o determinar experimentalmente dicho parámetro. Los efectos en los bioindicadores tienen que ser visibles a nivel de alteraciones morfológicas, de comportamiento, variaciones fisiológicas en cuanto al crecimiento y a la reproducción o incluso llegando a la muerte o a la desaparición de la población si las condiciones varían notablemente. Se emplean sobre todo para la evaluación ambiental y para seguimientos de poblaciones.
Los líquenes son uno de los seres vivos que más se emplean para detectar la contaminación atmosférica por SO2, ya que constituyen un registro a medio-largo plazo, porque reaccionan a bajas dosis de ácidos contaminantes, de modo que antes de que los animales se vean afectados, los líquenes ya presentan anomalías. Además, diferentes especies de líquenes, tienen tasas específicas de resistencia a la contaminación, de modo que permiten seguir la evolución en el tiempo.
También las plantas se han empleado desde muy antiguo para conocer el medio y algunas de sus características, por ejemplo, especies como la espadaña (Thypa sp.) indica la presencia de agua cercana a la superficie del suelo y otras como Juncus inflexus y Scirpus heloschoenus indican la presencia de agua a mayor profundidad, Lavandula Stoechas y Quercus pyrenaica son propios de suelos ricos en sílice y el espliego o Lavandula latifolia de suelos calizos.
Cabe destacar que al igual que podemos conocer las características de un medio terrestre o bien de la contaminación del aire, del agua también podemos obtener información mediante los bioindicadores acuáticos. Así pues, los invertebrados bentónicos son perfectos indicadores de la calidad del agua dulce, tanto es así que hay varios índices basados en presencia/ausencia de determinadas familias de organismos que nos llevan a obtener una puntuación con la que saber si un río está muy contaminado, poco contaminado o nada contaminado.
Por último y para que opinéis, algunos estudios emplean al ser humano como bioindicador. La calidad espermática, el grado de fertilidad, la duración media de la vida o la tasa de aparición de determinadas enfermedades como el cáncer, podrían indicar la evolución del medio ambiente, ¿qué os parece?, ¿pensáis que la calidad espermática o la gran incidencia de cáncer tiene algo que ver con el medio ambiente o quizás sea un problema de hábitos o costumbres de vida? ¿seríamos un bioindicador de fiar?
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